martes, 22 de noviembre de 2011

Situaciones típicas pre-parcial II

La noche previa a un examen es de las más íntimas que se pueden tener con uno mismo. Nunca antes te planteaste tu lugar en el mundo ni el sentido que le estás dando a tu vida como en ese momento en el que te sentás adelante de lo que tenés que estudiar. Por lo general, empezás por envidiar a tus mascotas. Son recurrentes las veces en que uno se lamenta no haber reencarnado en perro o gato, hasta la vida de una mosca nos parece más afortunada que la propia después del cuarto café. Luego sigue la etapa en donde te crees un farmacéutico certificado, porque de las mezclas que haces entre café, cafiaspirinas, gaseosa y chocolate conseguís ese estado de insomnio que te dura hasta el día siguiente y termina sin previo aviso, cual reloj biológico, cuando estás en el viaje de vuelta. Cosa que despiertes en el Barrio Chino de tu cuidad… si tenés suerte de que tu ciudad tenga Barrio Chino.


Pero mientras tratas de llegar a ese nivel de ansiedad controlada,  vienen las dudas, que en parte se deben al sueño que tarde o temprano te aqueja. Ahí es cuando empiezan las dudas de qué estudiar y qué dejar afuera. Y reprogramamos nuestro cerebro para que se concentre para saber elegir bien a quién le preguntamos. El primer en tener en cuenta, por obvias razones, es al que estudia siempre, pero es rápidamente descartado, porque su respuesta siempre es la misma: “Y… por las dudas leelo, total, son sólo 40 carillas más”. Claro, 40 carillas más que en tu mente significan: “Busquemos una segunda opinión”. Ahí es cuando acudimos al que sabemos que nos va a responder “No lo leamos, total, lo nombró una sola vez en clase”. Y con eso ya nos contentamos porque independientemente de si tiene razón o no, con que uno solo tenga la confianza suficiente de decir que no se lee, nos deja tranquilos. Finalmente, justo cuando ya no le podes sacar ni una gota más de tinta a ese resaltador que venís usando desde que empezó el año, y no importa cuántas veces leas lo mismo,seguís sin prestarle atención, alcanzas ese maravilloso lugar de consciencia limpia en el que una frase te soluciona cualquier preocupación que te ronda antes de poder tomar coraje e irte a dormir: “Lo que no aprendí hasta ahora no lo voy a aprender en 5 minutos más, hasta acá llegué”. Después es cuestión de rezarle a cuanto santo se te ocurra, y no importa que no seas devoto ni creas en Dios, porque en momentos pre parciales, hasta “Jebús” cree en sí mismo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario